
Una tarde estábamos de cerveceo en el bar de al lado de la oficina, a escasos metros del coche, y llegaron los municipales a ponerle el cepo (luego prohibieron el cepo), y no cabía, pues las ruedas eran mucho más anchas.
¿Qué muchachos, no se puede no? Les preguntaba el Maassa, desde la mesa del bar.
- No, pero llamaremos a la grúa, no se preocupe señor.
Cuando llegó la grúa, tampoco se lo pudo llevar, no recuerdo los motivos, pero posiblemente porque el coche era mucho más grande y pesado que la grúa de los municipales.
¿Qué muchachos, tampoco se puede no? Les volvía a preguntar el Maassa, desde la mesa del bar.
- No, pero lo multaremos, no se preocupe señor.
Y al final allí quedó el coche mal aparcado, y los municipales jodidos por no habérselo podido llevar, ni inmovilizar.
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