domingo, 8 de julio de 2012

Ouija con emisora FM

Habíamos vuelto a la oficina de calle Vendeja, estando ya en Seguros Argüelles, y un día las compañeras decidieron hacer una sesión de espiritismo.

Me llevé una emisora de FM, y oculté el receptor dentro de un altavoz desenchufado.

Sisso hablaba por el altavoz cuando lo avisé, y las compañeras estaban muertas de miedo.

miércoles, 20 de junio de 2012

Llaves caidas al patio

A alguien de la oficina, se le cayeron las llaves al patio de la primera planta, donde vivía una señora de las de renta antigua.

El bruto de S, lo tuvo que rescatar con el imán de un altavoz, unido a una cuerda muy larga.

lunes, 21 de mayo de 2012

Dedos vertiginosos

A dedos vertiginosos lo contrataron para sustituirme, cuando yo me marché a la mili.

Se lo puso Mosquera, que iba a apagar el ordenador central, pero antes lo llamó por el interior a preguntar cuanto le quedaba, y dijo que una media hora. Tres pólizas faltaban por introducir.

sábado, 5 de mayo de 2012

Pregunte uste en hacienda

Eso le dijo la Golda Meyer a un cliente de la asesoría fiscal, en la que trabajó antes de entrar en nuestra Compañía.

El cliente se marchó indignado, bufando algo de para ir a Hacienda, voy directamente en vez de venir aquí.

sábado, 28 de abril de 2012

Estufa de la Golda Meyer

Hubo un periodo de tiempo, durante el que la Dirección General de Seguros, nos IMpuso un director general de los Madriles, que vino con su señora esposa a nuestra Central. Ambos encantadores.

La esposa eligió a la Golda Meyer y allá que se la llevaron a la tercera planta, a un despachito donde luego Ricardo escondía el vino bajo llave, y se tiraban días enteros una dictando notas técnicas, y otra pasándolas a máquina, junto a una caja de tipex.

domingo, 15 de abril de 2012

Abogado Federico Orellana Toledano

Piticlím, piticlím...

- ¿Sí? Le atiende el Cabo Doro
- Verá, yo quería hablar con Don Federico, el abogado.
- Señora, ese hombre murió hace ya tiempo.

La pobre la señora, confundió el nombre de la calle, con quien ella quisiera hablar en la Compañía.

sábado, 7 de abril de 2012

Escondi todas las tijeras



Yo por aquella época, tenía una pinta de macarrilla con todas las de la ley.

Matón de los Herreros, subdirector general, quería pelarme, pero primero había que pillarme. Como intuí podría hacerlo, dada la cohorte de pelotas que le lamían el culo a todas horas, escondí todas las tijeras del edificio.

Al día siguiente, consiguió con ayuda de seis pelotas, capturarme, y pidió las tijeras a la golda Meyer, y ésta le dijo que las tenía yo, a lo que yo añadí TODAS.

Tuvo que desistir.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Pa que quiere el indio un BMW

Carapapa se cabreó un día, porque al Indio le tocó la lotería, y se compró igual que él, un BMW.

Al final, acabaron de amigos y socios, pero eso es otra historia, que merece ser tratada en otra ocasión.

viernes, 16 de marzo de 2012

El Seat 124 de paco cuenca

Al pobre de Paco Cuenca, le pasaba de todo.

Quiso comprarse un coche, y su jefe el Pirilis, le vendió un Seat 124 por 70.000 pesetas, mucho más caro que lo que a él le costó.

lunes, 5 de marzo de 2012

La manzana de la golda meyer

La pobre de la golda meyer, siempre estaba a régimen, y cada día estaba más gorda.

En su cajón para matar el hambre, sólo había una manzana que rodaba desde el fondo hasta el principio, cada vez que lo habría, tal como en su momento comentó acertadamente el compañero dedos vertiginosos.

martes, 28 de febrero de 2012

Una barra con mejillones

Eso era lo que yo en aquellos años me zampaba para desayunar. Mientras el resto de compañeros iban al bar, ajustando sus treinta minutos para tomarlos enteros, yo me entretenía estudiándome la ley 50/80 de contrato de seguro, hasta el punto se saber de memoria e interpretar, todos sus artículos.

Luego varios se unieron a mis desayunos, incluso pelusín.

jueves, 16 de febrero de 2012

Ambientador telefono Paco Cuenca

Paco Cuenca era un artista pidiendo dinero a los compañeros.

Un día compró un par de docenas de ambientadores, que se enroscaban en el micrófono de los teléfonos fijos (en aquella época no existían los móviles) y se los regaló a todo aquél que creía podía sablear, pidiéndole dinero.

Incluso Peggy comentó, lo caro que les iba a salir el ambientador a quienes lo aceptaron.

miércoles, 8 de febrero de 2012

El estirao piloto de helicopteros

Al pobre del estirao, un día lo convenció alguien que el maassa se iba a comprar un helicóptero, y que fuese haciendo un curso de piloto de helicópteros, para llevar al maassa de un sitio a otro.

Y el pobre como de costumbre, picó.

miércoles, 25 de enero de 2012

Al estirao le toca la loteria

El estirao, era objeto de gran parte de las bromas que solíamos gastar, y un día le gastó una su cuñado.

Lo llamó para decirle que les había tocado el premio gordo de la lotería, en un décimo que llevaban a medias. El estirao loco de contento, se despidió de la empresa, y se fue a la BMW a comprarse un coche, identificándose como premiado en la lotería.

Al día siguiente tuvo que ir a Guarnieri a decir que anularan el pedido, y en la empresa, a solicitar ser readmitido.

sábado, 14 de enero de 2012

La grua no se lleva mi coche

Un día al Maassa Reynols, le dió por comprarse un coche enorme, y por supuesto lo dejaba mal aparcado en la puerta de la oficina, que para eso era él el jefe.

Una tarde estábamos de cerveceo en el bar de al lado de la oficina, a escasos metros del coche, y llegaron los municipales a ponerle el cepo (luego prohibieron el cepo), y no cabía, pues las ruedas eran mucho más anchas.

¿Qué muchachos, no se puede no? Les preguntaba el Maassa, desde la mesa del bar.
- No, pero llamaremos a la grúa, no se preocupe señor.

Cuando llegó la grúa, tampoco se lo pudo llevar, no recuerdo los motivos, pero posiblemente porque el coche era mucho más grande y pesado que la grúa de los municipales.


¿Qué muchachos, tampoco se puede no? Les volvía a preguntar el Maassa, desde la mesa del bar.
- No, pero lo multaremos, no se preocupe señor.

Y al final allí quedó el coche mal aparcado, y los municipales jodidos por no habérselo podido llevar, ni inmovilizar.